UN CUERPO EXTRAÑO
Museo Nacional de Artes Decorativas
Exposição Individual
13 de Fevereiro a 12 de Maio de 2013
curadoria: José María Parreño
Madrid - Espanha
Sala 1 - Escena de Costumbres
«(...) El pintor portugués Rui Macedo es un
experto realizador de instalaciones metapictóricas que, acertadamente, el
comisario de la presente exhibición, José María Parreño, ha relacionado con los
antiguos “cabinets d´amateurs” o de
aficionados del siglo XVII, en los cuales, de manera enciclopédica y
caleidoscópica, se reunía en un solo lienzo una colección de obras de arte
propiedad de un personaje ilustre. Macedo, nacido en Évora, - ciudad monumental
que posee un bellísimo templo romano y una antigua y prestigiosa Universidad -
es un artista culto que es consciente de cómo el arte actual está siempre en
deuda con la historia que, como asegura Parreño, “hace moderno el pasado”. De
ahí que no sea raro que en esta instalación madrileña, Un cuerpo extraño,
en el Museo Nacional de Artes
Decorativas, haga una profunda y entretenida reflexión plástica acerca de lo
que en realidad es un Museo, sus diferentes formas y maneras de presentar las
obras de arte que se exponen en sus salas, las categorías artísticas y la
relación que se establece entre el contenido de las salas y el visitante o
espectador amante del arte.
Nada
podía ser más oportuno para Macedo que la elección de un museo en el cual las
obras pertenecen a las llamadas artes aplicadas, industriales y suntuarias. El
valor artístico de los adornos y los ornatos de las piezas de aparato junto con
el valor utilitario de los muebles y los enseres del hogar hacen que un Museo
de Artes Decorativas sea como un almacén o un catálogo de entrañable
familiaridad e íntima memoria de las distintas formas de vivir, ya lo cotidiano
o ya
lo extraordinario según la fortuna o posición social del espectador. La
visita de un museo cuyas salas reproducen la casa de la vida de los humanos es
como un viaje a través del espacio y del tiempo de los ámbitos pretéritos de la
memoria de cada uno. En el caso del Museo de Artes Decorativas de Madrid,
instalado desde 1932 en un inmueble burgués en la calle Montalbán, con un
planeamiento de salas, unas de orden ambiental y otras de series tipológicas,
la acción llevada a cabo por Macedo ha sido la más apropiada y conveniente para
desplegar su sofisticada intervención de calculado impacto y apropiación
artística. Cambiando niveles, cerrando puertas, pintando paredes y camuflando
lo existente, logra crear nuevos espacios en los cuales, tras una escrupulosa
selección de obras de los fondos del museo, las piezas expuestas adquieren un
nuevo sentido y una significación diferente a la de meros ejemplares museables.
La
instalación de Rui Macedo ocupa la primera planta de entrada al Museo. De esta
forma el visitante es recibido por un conjunto de salas cuyo discurso
expositivo le introduce en un mundo que difiere, aunque paralelo, del habitual
en un Museo de Artes Decorativas. La sorpresa y el asombro no pueden ser
mayores. El pintor, con el hilo invisible de su arte, conduce al visitante a un
lugar de ensueño, a un espacio silente de honda meditación, al territorio de la
memoria en donde no habita el olvido. Antiguas voliciones y recuerdos asaltan
la mente movida por las sensaciones visuales y de orden táctil, aunque no se
puede tocar las piezas expuestas, bajo una luz apropiada para resaltar los
efectos pictóricos de rebuscado artificio. Y a todo ello hay que añadir el
relato narrativo que Rui Macedo ha creado no sólo con la composición plástica
sino con los objetos que, dispuestos de manera estratégica, guiños y citas de
explícito contenido cultural, hace que el visitante realice un iniciático
viaje, una especie de juego de la oca de
carácter artístico. (...)»
Excerto do texto de catálogo El Esplendor de los Símbolos de Antonio Bonet Correa.
Salas 2 e 3 - Naturaleza-muerta e Retrato
Sala 4 - Interior
Sala 5 - Vanitas
« (...) Un cuerpo extraño ocupa las siete salas de la planta baja, las dedicadas
habitualmente a exposiciones temporales. En ellas se han repartido más de cien
piezas de la colección del museo, más un total de sesenta y seis pinturas
realizadas por el artista. Hay que señalar que las piezas proceden del almacén
y no suelen ser expuestas. A su vez, en ese amplio conjunto de pinturas sólo
hay un cuadro propiamente dicho. Esta exposición que en muchos casos es lo
contrario de lo que parece, donde apenas descubrimos la huella de un pincel, es
en cierto sentido un homenaje a la pintura. Triunfo de la pintura porque su
ilusionismo es tan eficaz que logra desplazar los objetos reales. Triunfo
incluso sobre el cuadro, pues cuanto mejor pintado esté, menos lo vemos.
Observando los lienzos (aparentemente) vacíos no nos damos cuenta de que lo
pintado es el marco. Y otro tanto cabe decir de contraventanas, espejos o
alfombras. Este es uno de los atractivos de la exposición: contemplar el
despliegue de algunos de los recursos más sofisticados de un oficio de siglos,
puestos al servicio de la cita, la apropiación y el camuflaje. Empleados, por
cierto, para pintar lo que sólo en las últimas décadas habría sido reconocido
como obra de arte. Porque, en efecto, por más que “Un cuerpo extraño” se
componga de una ingente cantidad de objetos materiales y pinturas, su dimensión
artística es esencialmente conceptual. Se trata de un comentario lleno de humor
acerca de los hábitos de exposición, montaje y contemplación que se dan en un
museo. Para ello emplea fundamentalmente tres estrategias: sus propias
pinturas, realizadas expresamente para este proyecto y ajustadas, literalmente,
al milímetro y al matiz del color. En segundo lugar, la selección de un amplio
conjunto de obras de los fondos del MNAD. Y en tercer lugar, la modificación de
los espacios de exposición y la alteración de los elementos museográficos. Dos
estrategias tan indisociables como lo son las obras y la forma de mostrarlas,
tal y como ya he señalado.
Rui Macedo lleva a cabo una museografía al revés, por así decir. Los
recursos más elementales de la misma, como son la elección de piezas
representativas, su exhibición singularizada y su óptima visualización son
burlados uno tras otro en favor de la acumulación, la ocultación y el punto de
vista anómalo. Más sutil y más determinante es el hecho de que al suprimirse
estos códigos de exhibición, lo que tenía categoría de “obra” se convierte
rápidamente en cachivache (y en cierto sentido la exposición como tal
desaparece). (...)»
Excerto do texto de catálogo Un cuerpo extraño de José María Parreño.
Sala 6 - Autorretrato
Sala 7 - Paisaje
Sem comentários:
Enviar um comentário